Aquellos años entre transiciones

Una mirada a los inicios de los años 70


En este artículo se realiza un superficial recorrido por algunas de las circunstancias que sucedieron al inicio de la década de los 70, aquellos años que antecedieron a la transición española. Recordaremos cómo se vivieron en el seno de las hermandades de penitencia y finalizaremos con una modélica transición entre juntas de gobierno de nuestra hermandad.

En la Villa Ducal...

Siendo Alcalde don Manuel Mazuelos Vela y Secretario de la Corporación Municipal don Manuel Barrientos, los comienzos de la década de los 70 en nuestra Villa Ducal no parecen haber sido pródigos en acontecimientos destacados, o al menos no hubo manera de difundirlos y rescatarlos. Apenas se localiza información relevante de aquellos años en el ámbito local, provincial,... ni casi nacional. No olvidemos que nos situamos en el ocaso del régimen franquista, en el prólogo de la efervescente transición política que acechaba a la vuelta de la esquina.


Los estudios de historia contemporánea sobre Osuna se detienen en la Guerra Civil. El gran referente de la prensa local del siglo XX, «El Paleto», mantendría una encomiable y prolija actividad periodística en dos etapas. La primera, desde su fundación por su propietario y director Manuel Ledesma Vidal en 1902, hasta su forzosa interrupción en el fatídico 1936. Restaban 34 años hasta 1970.

En diciembre de 1979 -finalizada la transición política con la celebración de las primeras elecciones tras la aprobación de la Constitución-, aparece «El Paleto 2ª Época», con aires de modernidad y cambio desde su innovador formato. Este atractivo y ambicioso proyecto, dirigido por el doctor y pintor granadino Rodolfo Álvarez Santaló, se ha convertido en la gran fuente documental sobre la vida, cultura y tradiciones de la Villa en los años 80.

Por tanto, salvo alguna revista de Feria, la casi totalidad de los años 70 -al igual que las décadas precedentes desde la Guerra Civil- han quedado prácticamente borrados en el oscuro y silente letargo periodístico local de 1936 a 1979, ese casi medio siglo sin luz ni taquígrafos sobre lo que pudiera acontecer en la sociedad ursaonense.

En la vanguardia mundial...

El mundo avanza a diferentes velocidades. En la vanguardia, los EE.UU. exhiben su descomunal musculatura tecnológica y económica, instalados en otra dimensión existencial a medio camino entre el western y la ciencia ficción. Su alucinante «programa de viajes al espacio» avanza inexorablemente con el lanzamiento del «Apolo 14» en enero de 1971, 8ª misión tripulada y 3ª en aterrizar en la Luna tras el impactante y multitelevisado «pequeño paso para el hombre y gran salto para la humanidad», que protagonizara en 1969 un astronauta llamado Neil Armstrong.


Paradójicamente el coloso americano también retrasmitirá de forma globalizada sus miserias menos galácticas al destaparse en 1972 el escándalo político «Watergate», manifestación de la fortaleza mediática del «cuarto poder» que culminó con la forzada renuncia del presidente Nixon el 8 de agosto de 1974, quien sería reemplazado por el entonces vicepresidente Gerald Ford.

No es exagerado afirmar que los años 70 marcaron el paso y las pautas de muchas de las características de nuestra realidad e incluso de nuestros estilos de vida actuales. Música, cine, moda, series de televisión, hábitos de consumo más o menos saludables y revolución tecnológica tuvieron sus orígenes en esta década.

Sobredimensionado por los increíbles avances tecnológicos y por la gigantesca industria cinematográfica y televisiva, se propaga y extiende por doquier, a modo de invasión incontenible y sin solución de continuidad, el modelo de vida y costumbres, así como los referentes artísticos y culturales de los países anglosajones, especialmente los procedentes de Inglaterra y EE.UU.


En el «deporte rey», la espectacular copa del mundo de México en 1970 corona a Brasil como tricampeona y a su gran figura, Edson Arantes do Nascimento «Pelé», como uno de los mejores jugadores de la historia del balompié. La selección española no logra siquiera la clasificación para el torneo, contando en sus filas con jugadores como Gárate, Luis Aragonés o Marcial. El equipo no despierta mucho interés, siendo apodado curiosamente como «el equipo del miedo» por su juego rácano y defensivo.

En 1972 se celebraron los Juegos Olímpicos de Múnich, tristemente recordados por los trágicos atentados terroristas perpetrados por el comando autodenominado «Septiembre Negro» contra once miembros de la delegación olímpica israelí. Son años convulsos donde crece la sinrazón de la actividad terrorista y se padecerán sus horribles consecuencias, en España y en el mundo.


Algo más avanzada la década, tan solo unos meses antes de la muerte del Generalísimo en España —aparente pero incierto anacronismo—, Bill Gates y Paul Allen fundaron la empresa Microsoft, cuyo software logra expandirse en adelante, haciéndose omnipresente en todos los hogares.

Al año siguiente, mientras Adolfo Suárez es designado como presidente del Gobierno por el Rey Juan Carlos I, otros dos visionarios de las nuevas tecnologías, Steve Jobs y Steve Wozniac, vuelven a revolucionar el mercado informático mundial con la irrupción de la marca Apple, que en las siguientes décadas inundará el mundo de Macs, Ipods, Iphones, Ipads y consolas de videojuegos.

En la piel de toro...

Retrocediendo a la dimensión nacional, el inicio de la década transmite sensaciones contradictorias. Calma tensa en un contexto de inquietante tranquilidad. Incertidumbre e ilusión. Algo se estaba cociendo...

Quizás sean años de cierta desidia e inmovilismo en muchos ámbitos de participación social y cultural, probablemente condicionados por la represión institucional y las carencias de una sociedad mayoritariamente anquilosada. Sin embargo, ya desde la década anterior, florecerán las bondades de las clases medias emergentes y con ellas habrán de llegar muchos cambios en la sociedad, en los estilos de vida y en las formas tradicionales de pensamiento de las jóvenes generaciones.

Tiene lugar el gran auge del turismo europeo en nuestras costas, gran pilar que será de la economía patria hasta nuestros días, erigido el país como referente turístico y entre los más visitados mundialmente.

En los comienzos de la década llegan las primeras emisiones de RTVE en color. Un jovencísimo Julio Iglesias, futura estrella e icono mundial de la canción melódica, representó a España en el festival de Eurovisión celebrado el 21 de marzo de 1970 en Ámsterdam. Con el avance de la década y a medida que lo iban permitiendo las economías domésticas, la compra de estos modernos televisores en los hogares sería todo un signo de progreso social. En Osuna, los primeros aparatos a color que se recuerdan fueron los del Casino y la Peña Sevillista, ubicada ésta última en lo que fuera parte del antiguo convento de los dominicos.

Cual inmejorable metáfora del destino, el país iba superando el rancio blanco y negro del régimen, avanzando hacia un futuro de diferentes tonalidades. España no desarrollaría un programa espacial, pero su transición hacia la democracia y aperturismo a Europa puede percibirse casi como un ejemplar «viaje en el tiempo».

En la Osuna cofrade, hace 50 años.


Las cuestiones sociales e históricas aquí apuntadas solo nos sirven para contextualizar los contenidos más estrictamente cofradieros que vamos a recordar relativos a los primeros años de la década. Nada menos que medio siglo atrás.

En 1970, la Revista «Semana Santa en la Villa Ducal» que emprenden los añorados Manuel Rodríguez- Buzón Calle y Joaquín Villalba, rodeados de insignes colaboradores, realiza una encuesta entre los hermanos mayores de las distintas hermandades de penitencia que se convertirá en sección fija de las siguientes ediciones.

En muchas de las respuestas de los participantes se advierte un imperante laconismo, que interpretamos como signo de cierta atonía y decadencia de las cofradías ante los difíciles tiempos que se atravesaban.

En siguientes ediciones, la gran mayoría de hermandades vienen a converger también en la escasa implicación de los jóvenes y la mínima asistencia y colaboración de hermanos y devotos en preparativos y cultos; lo cual empieza a percibirse como una seria amenaza para el futuro inmediato de las cofradías. Muchas de ellas sólo sobreviven gracias a subvenciones municipales. No en vano, la Hermandad del Santo Entierro ya se había visto obligada a cesar toda actividad como corporación en 1967.

Este desánimo y la inquietud latente se mascan también en el texto anónimo que introduce la publicación, medio siglo atrás.

«Cuando está en crisis toda una sociedad, toda una civilización, si se quiere, no es conveniente buscar aspectos donde concretar. Por eso no podemos hablar de crisis en las hermandades de penitencia, porque ellas son la consecuencia de una cultura que es base de toda nuestra sociedad (...). Las hermandades son el reflejo de un mundo con valores muy defendibles y con errores dignos de interpretar. Si hoy se discuten los cimientos del orden constituido, estamos seguros que también a nosotros se nos discutirá».

Ya centrados en las respuestas al cuestionario referido, el Hermano Mayor del Dulce Nombre, don Juan Muñoz Fernández, expresaba su preocupación por el futuro de la Semana Santa local y apuntaba una interesante estrategia de buscar la colaboración de los «maestros nacionales» para despertar en los niños el interés por su hermandad que luego sería determinante para la cofradía. Esta inquietud de Muñoz Fernández en 1970 fue absolutamente premonitoria pues la corporación no podría salir el Domingo de Ramos del 15 de abril de 1973, barruntándose incluso su desaparición. Afortunadamente un año después, gracias a la inestimable colaboración de profesores y alumnos del colegio «Rodríguez Marín» -entonces dirigido por doña Eulalia Bautista-, se consigue milagrosamente reorganizar la hermandad y recuperar la estación de penitencia, ahuyentando así los negros nubarrones que se cernían sobre esta cofradía.

Don Manuel Rodríguez-Buzón Calle manifestaba la intención de la Hermandad de la Vera-Cruz de bordar el palio de la Esperanza para 1971, pues los presupuestos habían superado las primeras expectativas y lo hacían inviable para el año en curso.

Don Francisco Olid Maysounave, como Hermano Mayor de la Hermandad de la Misericordia, daba cuenta ese año de los estrenos de la «canastilla» y los cuatro faroles, obras del artista local don Antonio Álvarez, destacado y activo hermano que fue de la cofradía de Jesús Caído entre las décadas de los 60 y los 70.

Casualmente, el Hermano Mayor de Jesús Nazareno don Gonzalo Rodríguez-Buzón Martínez, destacaba también de Antonio Álvarez los magníficos trabajos de restauración que había efectuado en la capilla de su sagrado titular, a la que «había devuelto toda su belleza». Al mismo tiempo se pedía la colaboración de los hermanos para finalizar las restauraciones aún pendientes. Ese año pues, los esfuerzos económicos nazarenos se habían volcado hacia el culto interno, en la recuperación artística de su magnífica capilla en la iglesia de la Victoria.

Por la Hermandad de la Paz, su Hermano Mayor don Manuel Morales Palacios, resaltaba la feliz idea emprendida en el seno de la cofradía de habilitar una cuota voluntaria entre los hermanos con la que sufragaron los importantes daños ocasionados por la gran tormenta del año anterior. Para Morales Palacios los estrenos no eran ningún problema, sino más bien un aliciente para los hermanos y la única incertidumbre que señalaba era la extrema dificultad de la salida con la que se encontraba el paso de palio.

El Hermano Mayor de la Quinta Angustia, don José Pérez Pérez, declaraba que entre las intenciones de la cofradía estaba «el proyecto de sacar un paso más, el Cristo de la Paz, pero ante el problema que tenemos hemos desistido».

El problema fue, ni más ni menos, que el derrumbe ese mismo año de 1970 de parte de la cubierta de Santa Clara que obligaba al tercer traslado de la cofradía, tras el desplome de San Francisco en 1944 y el paso por Santo Domingo, hasta su establecimiento definitivo en la iglesia de la Victoria, gracias al activo papel desempeñado por el párroco don José Cabrera Gálvez, muy agradecido por la hermandad.

Este sorprendente «Cristo de la Paz» del que habla Pérez Pérez -aunque coincidente en la intitulación con la imagen que procesiona en la misma tarde del Viernes Santo desde Consolación-, nada tendría que ver. La obligada itinerancia de esta cofradía y el acometimiento de diferentes gastos imprevistos parece que truncaron definitivamente este llamativo proyecto desvelado en 1970 del que muy poco ha trascendido.

Por razones que desconocemos, en este cuestionario de la revista de 1970 no participó el Hermano Mayor de la Virgen de los Dolores, don Antonio González Sánchez, seguramente absorbido por el seguimiento de los trabajos de restauración de la imagen y la recuperación del manto procesional que luciría al año siguiente, lo que obligó a la sagrada imagen a una prolongada estancia en Sevilla, al cuidado de las hermanitas de los pobres.

En 1971 sí se publicaron las intenciones oficiales de los servitas de que su Dolorosa estrenara palio, un proyecto supuestamente avanzado pero que no se había culminado ese mismo año «por dificultades de última hora», esperando conseguirlo «para el próximo año, si Dios quiere».

Por parte de la Hermandad de la Humildad y Paciencia, don José Manuel Reina Sierra daba cuenta del estreno de los candeleros de cola del palio de la Virgen y con respecto a los proyectos de la cofradía admitía tener «muchos por realizar» pero matizaba, jocosamente, que «sólo les faltaba el dinero» y por ello, planteaba la necesidad de una subida de cuotas.

En 1971 se reconocía como el mayor problema «carecer de una imagen de nuestro titular (...) hemos intentado solucionarlo y en un futuro próximo quedará resuelto». Asimismo se agradecía el apoyo incondicional de los padres carmelitas, «su gran suerte».

Don Eduardo Quijada Pachón, Hermano Mayor de Jesús Caído, se situaba en sintonía con la cofradía hermana del Jueves Santo al expresar que los muchos proyectos inmediatos de la cofradía requerían «primeramente de la parte monetaria». No se efectuó estreno alguno ese año, ni en los sucesivos. Son tiempos marcados por la austeridad. No perdamos de vista que la economía de la hermandad estaría lastrada por las nada desdeñables inversiones patrimoniales de años recientes tras el obligado traslado de la Merced, la hechura de un nuevo Cristo y el estreno de un palio.

El año de 1970 queda recogido en los anales de nuestra hermandad de este modo:

«27 de marzo, Jueves Santo. La lluvia impidió que la Cofradía pudiera realizar su estación de penitencia. Tras la salida, el cortejo procesional hubo de dar un rodeo a la plaza de Pío XII, hoy rotulada de Rodríguez Marín, para hacer de inmediato su entrada la iglesia de Santo Domingo».


La transición interna y el merecido reconocimiento

Centrados ya en nuestra hermandad, en el libro de actas correspondientes a los cabildos generales del inicio de la década, curiosamente se advierte un vacío respecto a los años de 1970 y 1971. Aunque las páginas están perfectamente enumeradas y correlativas -es decir, no faltan hojas- llama la atención la ausencia de actas correspondientes a los dos primeros años. Por el momento no podemos arrojar más luz al respecto, aunque trataremos de indagar en este asunto que debe tener alguna lógica explicación que desconocemos.

Es por ello que nos detendremos en la primera de las actas de cabildo general que localizamos de la década, la correspondiente a 1972. Precisamente un documento probatorio de una transición entre juntas de gobierno que se turnaban en los cargos de la cofradía de forma absolutamente democrática y cordial, siendo el hermano mayor entrante don Francisco Camero Bejarano y el saliente don Eduardo Quijada Pachón. En tales circunstancias, el texto manuscrito por el secretario don Manuel Rodríguez León -quien continuaría ejerciendo como tal, además de mandar en el paso del Señor-, viene a rendir un sentido reconocimiento a Quijada Pachón, más llamativo por cuanto no se retiraba de la cofradía sino que pasaba a ocupar la tenencia de hermano mayor; momento en que se brindaba un bonito gesto de gratitud a quien hizo gala de una especial generosidad y entrega durante los años que estuvo al frente de la corporación. Durante esta afable transición se aprovechó también para hacer extensivo el agradecimiento a otros hermanos colaboradores y a los costaleros de ambas cuadrillas por el sacrificio empleado en el lucimiento de los sagrados titulares. Son años de gratitud ante la incertidumbre, donde la cofradía se inclina por el recogimiento interno y el acopio de fuerzas.

Este año de 1972 fue también el último que al Señor de la Caída le acompañaría en su estación de penitencia la magistral banda musical de la Guardia Civil, que lo venía haciendo desde 1966 y que tan grato recuerdo dejó en todos los cofrades. Se deduce que Quijada Pachón debió jugar un importante papel al respecto.


Desde estas líneas y unos 50 años después, nos sumamos a este merecido reconocimiento público que ahora difundimos en nuestras redes sociales a modo de «homenaje virtual» en memoria de este hermano que, como ya hemos comprobado en anteriores entregas -ver «La rendición de cuentas de 1965»-, se distinguió por una espléndida contribución personal en beneficio de la hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora y Madre de los Dolores.

«En la Villa de Osuna, siendo las trece horas del día siete de mayo de mil novecientos setenta y dos, reunidos en la Sacristía de la Iglesia de Santo Domingo por estación y toque de campana como disponen nuestras reglas, los señores que al margen se expresan bajo la Presidencia del señor cura párroco don Desiderio Salas García.

Abierto el acta por el señor secretario que suscribe, que dio lectura al acta anterior, quedando aprobada y firmada por los asistentes.

A renglón seguido se procedió a la elección de la nueva Junta, la cual tras la debida votación quedó constituida de la siguiente forma:

Hermano Mayor don Francisco Camero Bejarano. Teniente Hermano Mayor don Eduardo Quijada Pachón. Secretario don Manuel Rodríguez León. Vocal Secretario don Joaquín Arauz Hurtado. Depositario don Francisco Martín Herrera. Capiller don Antonio Álvarez Sánchez, con sus colaboradores don Francisco Andújar Mesa y don José Rodríguez Lebrón. Diputado Mayor don Manuel Rodríguez Ruiz. Diputados don Eduardo Rodríguez Lebrón, don Rafael Díaz Cuevas, don Salvador Rodríguez González, don José María Rodríguez González, don José Calle Torrejón, don Antonio Calle Torrejón, don Francisco González Montero, don Emilio Cecilia Franco y don Antonio Moreno Granell, cuya Junta seguirá los destinos de esta Hermandad durante el ejercicio de 1972-1973.

Sobre liquidación de cuentas en un digno elogio del señor Hermano Mayor saliente don Eduardo Quijada Pachón, y tras su correspondiente liquidación con el cobrador de esta hermandad, se hizo cargo de todas las deudas de la misma durante su mandato, las cuales dejó saldadas a su expensa, después de su colaboración prestada en todos sus aspectos y en todo momento, maravilloso gesto de este hermano que no solamente colaboró en grande sino también económicamente en gran escala, ya que ha sido siempre el que ha hecho frente a todos los gastos ocasionados en la misma, en el engrandecimiento de nuestra hermandad y sobre todo en nuestras salidas de Jueves Santo, siempre a base de buena Banda de Cornetas del Benemérito cuerpo de la Guardia Civil, por lo que esta nueva Junta le da un voto de gracia al referido hermano y pide que el entrante siga el ejemplo del saliente con el fin de que esta hermandad siga su curso de mejoramiento año tras año.

También es de mencionar la labor de otros hermanos ausentes presentes en todo lo necesario para nuestra hermandad sin intereses, gestos y sacrificios en todo momento para el desenvolvimiento de la misma.

Gracias en nombre de la junta de gobierno a todos los costaleros tanto de paso de Cristo como de la Virgen, por la labor y sacrificio a todos que con su esfuerzo se ha llevado a cabo el lucimiento de Nuestras Sagradas Imágenes en su recorrido procesional.

También se toma el acuerdo para el año entrante de elevar la cuota mensual a quince pesetas en general.

Como también se acuerda una reunión mensual con el fin de cambiar impresiones sobre nuestra hermandad.

Gracias también a nuestro párroco y a nuestro Juan el sacristán por todas las facilidades puestas a nuestro alcance siempre que ha sido necesarias sus intervenciones con nuestras peticiones.

Y no habiendo de momento otros asuntos de qué tratar, con el permiso del señor cura se levanta el acta firmando los asistentes conmigo el secretario que certifica».


J.C.M. 21/11/2020