La otra puerta de la Colegiata

Durante un larguísimo período, que abarca desde la Navidad de 2005 hasta la solemnidad de la Concepción Inmaculada de 2016, las veneradas imágenes de Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora y Madre de los Dolores residieron ocasionalmente en la antigua iglesia conventual de San Agustín, sede de nuestra cofradía hermana del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, y en la iglesia del convento de la Encarnación, de las Hermanas Mercedarias Descalzas, tan queridas por todos nosotros. El motivo se debió a la clausura de la antigua iglesia conventual de Santo Domingo, nuestra sede canónica, por perentorias obras de consolidación y restauración de su fábrica.
Desde la Semana Santa de 2006 hasta la de 2016, la salida y la entrada procesional de nuestra Hermandad en la tarde del Jueves Santo hubo de verificarse en la antigua iglesia colegiata de Santa María de la Asunción. Por su cercanía en el tiempo, toda la Osuna cofradiera lo recuerda. De todos estos años, sólo en uno de ellos, 2012, que vino precedido por apocalípticos vaticinios mayas de fin del mundo, nuestros Sagrados Titulares no pudieron reencontrarse con las calles de Osuna para bendecirlas. La causa se debió a una pertinaz e inclemente lluvia.
Entre 2006 y 2016, el paso de Nuestra Señora y Madre de los Dolores fue montado para su salida procesional sin el remate de su airoso palio, que fuera estrenado en la Semana Santa de 1966, ante la imposibilidad de salir el dosel por el arco de la bella Puerta de la Cuesta, como es conocida desde antiguo. Así fue muchas veces nombrada en las actas del cabildo colegial, tal y como recoge Manuel Rodríguez-Buzón en su magnífica monografía La Colegiata de Osuna (Arte Hispalense, 1985). De esta puerta, orientada al norte, escribe Rodríguez-Buzón: «...se abre frente al monasterio de la Encarnación y permite la entrada directa a la nave del Evangelio. Labrada por un cantero local, su diseño se reduce a un arco y frontón separados por friso con triglifos y metopas y apoyados en dos columnas estriadas sobre basamentos. La composición la preside una cartela con la inscripción "Concebida sin mancha de pecado original".»
La apuntada inviabilidad espacial determinó que el paso de la Virgen recuperara un aire antiguo, con sabor a antaño, pues nunca la Señora salió bajo palio de la antigua iglesia conventual de la Merced, nuestra sede fundacional, ni en sus dos primeros años en la iglesia de Santo Domingo, nuestra sede tras el hundimiento sufrido por el templo mercedario en marzo de 1964. Por fin, el paso de nuestra Sagrada Titular volvió en 2017 a lucir su palio, hecho que representó una estampa inédita para muchos jóvenes de Osuna que por edad no podían recordar la última salida desde Santo Domingo en 2005, año precisamente de nuestro tricentenario fundacional.
Pues bien, el palio completo de Nuestra Señora y Madre de los Dolores estuvo a punto de salir, o al menos se intentó, desde la antigua iglesia colegiata. Para ello se realizaron las pertinentes mediciones en la puerta que mira hacia el oeste, que no es otra que la conocida como Puerta del Sol, toda una obra de arte localizada a los pies del templo. De ella subraya Rodríguez-Buzón: «...es de traza exquisita y, desde luego, del mismo autor que moldeó los estucos del Santo Sepulcro. Esta portada, inspirada en la existente en la Sala de los Lirios del palacio de la Señoría, de Florencia, - obra de Benedetto Maiano, 1481- conserva la fecha de 1535 en una cartelita y está adornada de bellísima decoración plateresca.» Habría constituido una hermosísima visión, en efecto, la salida de nuestros Sagrados Titulares entre tan nobles piedras. Pero las dimensiones de la Puerta del Sol eran insuficientes para el palio.
Quedaba aún una puerta por medir para comprobar si el palio podía salir por ella. Se trataba de la que comunica con la nave de la Epístola y que está orientada al sur. De las tres puertas que dan acceso a la Colegiata -tiene otras dos, pero se hallan cegadas desde el siglo XVIII-, es la más sencilla y está resuelta con un arco de piedra en cuya clave consta el año de su hechura: 1632. A diferencia de las otras dos puertas, las dimensiones de ésta sí permitían la salida del palio gracias a sus cuatro metros de altura hasta las dovelas y sus tres metros de anchura. El ancho del palio es de 2,42 metros, de tulipa a tulipa de los candelabros de cola.
Ante la posibilidad que se abría, hasta se pensó en levantar una plataforma en el exterior para salvar el desnivel existente -una breve escalera- a la salida de la puerta. A tal fin se llegó a hablar con N. H. Juan José Aguilar Zamora, gerente de la empresa local Eventsur, para construir la indicada plataforma con el objeto de que el paso saliera derecho.
Las perspectivas parecían halagüeñas, pero se torcieron... En ese momento, la torre de la Colegiata, ahora en restauración, se hallaba vallada por desprendimientos. Se habló con el arquitecto del Ayuntamiento para sondear la viabilidad de salir por la puerta que mira al parque-bosque de La Rehoya. El cortejo procesional rodearía el templo para buscar el andén, donde está la Puerta de la Cuesta, y bajar hacia la Merced. Pero en ese itinerario propuesto habría que pasar junto a la torre... Fue rechazado por motivos de seguridad.
De haber sido posible, quedaba otra pregunta: ¿no surgirían problemas con el tiro y el cimbreo de los varales por las cuestas? Los expertos afirmaron que no. Pero ya todo era hablar por hablar. La cofradía hubo de salir, pues, por la Puerta de la Cuesta. Nuestra Dolorosa recobró en su paso una estampa con sabor a otros tiempos...

José María Aguilar
Osuna, 31 de mayo de 2020