Mírale y síguele

Publicado en MERCED, nº 3 —Septiembre, 2021—

«...mas entonces nos miras y se llena de estrellas, Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas, con la cruz que llevaste, nos es dulce caminar.» (José Luis Blanco Vega, S. J.

Estamos viviendo una época marcada por la incertidumbre y los cambios: nuevas cepas, mascarillas, vacunas... pero en todo este desasosiego hay Alguien que nunca ha cambiado, que en ningún momento ha dejado de mirarte, Alguien que nunca ha dejado de esperarte. Ese Alguien es Cristo.

Desde lo más profundo de nuestro corazón, sabemos que no basta solo con saber que Él está ahí para  cuando le necesitamos. Tu vida puede cambiar radicalmente si te atreves a dar el salto de ser un simple espectador de la fe a participar plenamente de la misma, en la misión que Él tenga preparada para ti. Desde el silencio puedes escuchar su voz, sentirte amado por Él, y sentir su presencia, en tus principios impulsándote, durante la carrera animándote y en la meta esperándote.

Él vive hoy y se da a nosotros a través de la Eucaristía. Se convierte en alimento que nutre nuestra alma. Con la Sagrada Escritura nos recuerda cómo su Palabra sigue viva y es eficaz y, a su vez, es lugar de respuestas para nuestro pobre entendimiento. Este salto que te propongo tiene el compromiso de adherirte al Señor y vivir acorde con el Evangelio, donde el amor hacia Dios Padre y al prójimo ocupan el primer lugar.

Este salto no está exento de dificultades. Si la fe nos librara del sufrimiento de pasar por la Cruz, estoy seguro que toda la población sería cristiana, pero esto no es así, ya que la Cruz forma parte del cristiano. Sin embargo, no es lícito pensar que Alguien que ha dado la vida por ti, te vaya a dejar solo. Cristo aprieta tu mano en el desierto, Él ha pasado por el dolor, comprende lo que puedas estar pasando y por ello puede auxiliarte. Cree en Él. Quiérele desde el mismo amor infinito que Él siente por ti. Participa de Él en la Eucaristía. Te conoce y nunca deja de esperarte... Mírale y síguele. Déjate empapar de su Amor.

Que Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora y Madre de los Dolores nos guíen, protejan, auxilien y sean camino de nuestra conversión y salvación.

Aniceto VADILLO AGUILERA